Un cajón entre abierto en un mueble de al menos seis cajones de madera, una cama ocupa el centro de mi cuarto. Totalmente deshecha, la guitarra parece acostársele encima en una siesta que empezó cuando resignado se la tiré encima. Una botella vacía de litro y medio de coca cola sobre el CPU, un desodorante sobre la impresora y un folleto de los Estudiantes de Psicologia en Accion. Un boleto de tren, un plato con alguna verdura y un vaso con poco y nada de coca. Una conferencia de Freud al lado del monitor y yo sentado tipiando como un imbécil. Detrás mío una biblioteca que rodea el cuarto entero cuyo eje no deja de ser la cama y la guitarra con apenas cuatro cuerdas.
Alguna vez me dijo un amigo mostrándome una canción de Fito Paez, que es interesante como pequeños elementos nos constituyen, te definen. mi cuarto es una escena puramente mía, quien ve mi cuarto, puede verme hoy a mi. Puede ver que me cansé de innumerables vicios: estuve en la cama, estuve en la computadora, estuve con la guitarra y la ropa, que me olvide de nombrar, marca el haber salido la noche anterior.Se nota que es Domingo en cada lugar de este cuarto, se nota que hoy escribo porque tengo ganas de darme el gusto de escribir, de hacer algo de este aburrimiento…
Hoy no siento nada en especial más que indiferencia. La semana termina y ya empieza una nueva en el desorden que en algún momento tendrá que ordenarse, porque así no puedo estar, así no puedo bancar el sistema. Esta especie de autosuficiencia dominguera se sustenta en algo, la coca cola vacía no sale del cielo, la luz que me permite estar tipiando tampoco es gratis. Todo tiene un precio. El precio de no hacer nada será cumplir toda la semana, a menos que mi familia acepte el deshonor de mantener un vago, un inútil, tan inútil como este texto.
Todo se sustenta, nada es porque si estos días, al menos la mayoría de lo que pasa es en torno a un interés. Hay quienes tienen mayor posibilidad de elegir que otros. Algunos se acercan a nosotros por el simple hecho de hablar, de compartir algo, pero en la mayoría de los casos se nos acercan para pedirnos que contribuyamos, para que seamos un cliente más en la sociedad. Unos a los otros ofreciéndose cosas con un fin, como el puto trueque que empezaron los fenicios alguna vez. Todo tiene un fin. Pero hoy tengo ganas de hacer cosas que no tengan un propósito, hoy quiero que se me acerque alguien en la calle para hablarme y preguntarme como estoy y no para venderme algo. Quiero lo imposible, quiero contacto humano, quiero verdad, quiero lo que yo no hago.
A mi no me importan los demás todos los días, siempre estoy en la mía. Pero hoy me dieron ganas de que exista más el desinterés si es que existe, capas que mañana estoy en la mía como siempre.¿ para qué carajo quiero que exista el desinterés?. Para que venga alguien y me escuché porque simplemente tengo ganas de contar lo que me pasa. Entonces estoy persiguiendo un fin que no es otra cosa que desahogarme y entonces sigo siendo un egoísta. Pero hoy el egoísta no tiene nadie que lo escuche entonces se queja del interés de la gente y de que a nadie parece importarle su persona. Yo soy un forro y soy igual a todos. Me gustaría cambiarlo, pero primero tengo que cambiar yo de raíz, antes de llenarme la boca diciendo que todos hacen las cosas por algo.
¿SOMOS TODOS FAMILIA?
10 years ago
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